El fin de la gran coalición en el Parlamento Europeo
La reciente elección del
presidente del Parlamento europeo, por primera vez sin acuerdo previo entre los
grupos popular y socialista, ha puesto de manifiesto la correlación de fuerzas
realmente existente entre derecha e izquierda en el Parlamento y en el conjunto
de la Unión. Y puede significar, según señalaron los líderes de los dos
principales grupos políticos, “el fin de la gran coalición”.
La realidad política del Parlamento Europeo es que los tres grupos de
izquierda –socialista, izquierda unida
europea y verdes- suman solo 292 diputados en el parlamento, menos del 40% del
total, frente a los 358 diputados que suman populares, liberales y
conservadores, más de un 47% del conjunto de eurodiputados, a los que cabría
añadir los 40 diputados del grupo de la Europa de las Naciones que lidera el
Frente Nacional francés y la mayoría de los 42 diputados del grupo “Europa de la libertad”, que lidera el UKIP.
Esta correlación de fuerzas, surgida de las
elecciones europeas de 2014, no es nueva. Al contrario, se mantiene prácticamente inalterable desde 2004, cuando
se incorporaron a la Unión 10 nuevos
estados miembros de la Europa central y oriental, y empezaron a crecer las
opciones políticas euroescépticas y eurófobas en Francia y el Reino Unido.
Fuente: Elaboración
propia a partir de los datos del Parlamento Europeo
En los últimos 5 años, la audacia del presidente Martin Schulz, que
utilizó hábilmente su cargo para defender una agenda progresista en la Unión,
nos hizo olvidar esta realidad bajo el manto de la 'gran coalición' liderada
por un socialista. Pero tras su marcha, y las críticas de sus contrincantes al
uso partidista de la presidencia, la realidad de la mayoría liberal-conservadora
se ha puesto en evidencia.
El pacto entre el grupo popular, liderado por el dirigente de la CDU Manfred
Weber y el grupo liberal, liderado por Guy Verhofstadt, en la víspera de la
votación, puso de manifiesto que el centro-derecha europeo suma casi tantos
diputados (285) como el conjunto de la izquierda, y que es capaz de forjar
alianzas a su derecha. El nuevo presidente del Parlamento, Antonio Tajani, fue
elegido con 351 votos favorables gracias al decisivo apoyo del grupo de los conservadores y reformistas, el tercer
grupo de la cámara con 73 escaños, evidenciando que puede haber una alternativa parlamentaria de derechas a la
gran coalición entre populares y socialistas.
Por el
contrario, el candidato socialista a la
presidencia, Gianni Pittella, fue incapaz de obtener apoyos más allá de los
tres grupos de izquierdas, e incluso obtuvo 10 votos menos (282) que la suma de
sus diputados en la decisiva votación final, poniendo de manifiesto que la
izquierda en el Parlamento se encuentra en una posición claramente minoritaria.
El tercer espacio del parlamento, formado por los 82 diputados de los
partidos eurófobos de los dos grupos minoritarios, en coherencia con sus
posiciones políticas, no apoyó a ninguno de los dos candidatos en una votación
final que registró 80 abstenciones.
¿Qué consecuencias puede tener esta nueva coalición entre populares, liberales y conservadores? El pacto entre el grupo popular y el grupo liberal, se presentó como un acuerdo pro-europeo abierto a otros grupos políticos con voluntad de profundizar en la construcción europea, pero la realidad fue que Tajani fue elegido en la cuarta y definitiva votación con los votos de los conservadores británicos que ejecutaran la salida del Reino Unido de la UE, del partido “Ley y Justicia”, que está implementando en Polonia una agenda claramente involucionista en relación a los derechos y libertades fundamentales, la independencia judicial y el imperio de la ley en su país, además de mantener un discurso claramente euroescéptico, y del partido Alternativa para Alemania, fuerza emergente con un discurso xenófobo y contrario a la Unión Económica y Monetaria.
En estas circunstancias, y debiendo su presidencia a dichas fuerzas
políticas, parece difícil que el nuevo presidente del Parlamento Europeo pueda
tener una actitud positiva frente a las demandas de activar los protocolos de la
UE para defender las libertades fundamentales y la separación de poderes en
Polonia y proteja los intereses generales de la Unión en la negociación del
Brexit. Quizás es eso lo que tiene en mente el nuevo presidente cuando afirma
que “será el presidente de todos y no pretenderá ser un primer ministro de la
Unión Europea”, en velada crítica a Schulz, puesto que, en su opinión “no es
tarea del Presidente del Parlamento impulsar una agenda política”.
Sin embargo, cabe preguntarse si los grupos socialista y liberal hubieran
podido actuar de otra manera. ¿Era posible una coalición alternativa entre los
socialistas y los grupos a su izquierda con los liberales? Los números indican
que sí, puesto que estos cuatro grupos políticos suman 360 diputados y, por el
contrario, la suma de populares y conservadores no llega a los 300. Que este pacto entre la izquierda y los
liberales no fuera posible, ni prácticamente explorado, es un indicador claro
de las dificultades para construir mayorías alternativas desde la izquierda. De
modo que la principal lección que cabe extraer del proceso de elección del
nuevo presidente del Parlamento Europeo no es distinta a la que pudimos extraer
de los debates de investidura de 2016 en España: ante un escenario con una
derecha mayoritaria y una izquierda minoritaria, sólo la unión entre la
izquierda y los liberales puede alumbrar una alternativa viable al dominio
conservador.
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